Hoy, a las 11:00 de la mañana ("hora once, día once, mes once", fecha fácil de recordar donde las haya) es el nonagésimo aniversario de la rendición de Alemania en la que se conoció como Gran Guerra, y que pasaría, unas décadas más tarde, a ser conocida como la Primera Guerra Mundial. Acaban así cuatro años de la más oscura y cruda realidad del género humano
Esta barbarie, fruto de la competición imperialista entre las potencias europeas se saldó con la muerte de más de diez millones de personas. Sí, diez millones. Una magnitud de gente demasiado enorme como para que un ser humano sea capaz de asimilarlo. Pero también fue una guerra entre dos formas de ver el mundo: el autoritarismo nacionalista que representaban Alemania y Austria-Hungría frente a la democracia liberal que encarnaban Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Bien es cierto que había notables excepciones, como el brutal Imperio Zarista, una auténtica reliquia del pasado europeo más oscuro.
¿Cuáles fueron las consecuencias de una guerra tan lejana para nosotros? Aparte de los evidentes destrozos causados por la guerra, especialmente en un radio de unos 100 km de la frontera franco-belga, se produjeron la disolución de países que ya no existirían después, como Austria-Hungría, y otros que aún perviven en la actualidad, como Polonia. También aparecieron dos países que marcarían de forma indeleble el Siglo XX: Alemania, en la que quince años más tarde se haría con el poder un austríaco llamado Adolf Hitler, y la URSS; las dos grandes amenazas para la libertad y la democracia de la pasada centuria.
El fin de la guerra también vio el encumbramiento de EE.UU y Japón como potencias mundiales, el decaimiento de Europa como centro neurálgico mundial, el acceso de la mujer al mercado laboral (y finalmente la obtención del derecho a votar), el desarrollo de "armas de destrucción masiva" (armas químicas y bacteriológicas se emplearon con profusión por ambos bandos), la utilización progresiva de aviones de guerra, tanques y transportes motorizados para la tropa (germen de los modos de lucha de la Segunda Guerra Mundial), la utilización masiva de la publicidad, la demonización del enemigo... A todos nos suenan estas cosas.
La guerra también vio nacer a personajes míticos en el imaginario popular, como el Barón Rojo y Lawrence de Arabia. Muchos personajes importantes lucharon en ella: desde el propio Hitler a J.R.R. Tolkien, pasando por Churchill, Mussolini, y muchos otros militares que se harán famosos veinte años después en la Segunda Guerra Mundial (Rommel, von Manstein, Rokossovsky, McArthur y tantos y tantos otros)
Esta barbarie, fruto de la competición imperialista entre las potencias europeas se saldó con la muerte de más de diez millones de personas. Sí, diez millones. Una magnitud de gente demasiado enorme como para que un ser humano sea capaz de asimilarlo. Pero también fue una guerra entre dos formas de ver el mundo: el autoritarismo nacionalista que representaban Alemania y Austria-Hungría frente a la democracia liberal que encarnaban Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos. Bien es cierto que había notables excepciones, como el brutal Imperio Zarista, una auténtica reliquia del pasado europeo más oscuro.
¿Cuáles fueron las consecuencias de una guerra tan lejana para nosotros? Aparte de los evidentes destrozos causados por la guerra, especialmente en un radio de unos 100 km de la frontera franco-belga, se produjeron la disolución de países que ya no existirían después, como Austria-Hungría, y otros que aún perviven en la actualidad, como Polonia. También aparecieron dos países que marcarían de forma indeleble el Siglo XX: Alemania, en la que quince años más tarde se haría con el poder un austríaco llamado Adolf Hitler, y la URSS; las dos grandes amenazas para la libertad y la democracia de la pasada centuria.
El fin de la guerra también vio el encumbramiento de EE.UU y Japón como potencias mundiales, el decaimiento de Europa como centro neurálgico mundial, el acceso de la mujer al mercado laboral (y finalmente la obtención del derecho a votar), el desarrollo de "armas de destrucción masiva" (armas químicas y bacteriológicas se emplearon con profusión por ambos bandos), la utilización progresiva de aviones de guerra, tanques y transportes motorizados para la tropa (germen de los modos de lucha de la Segunda Guerra Mundial), la utilización masiva de la publicidad, la demonización del enemigo... A todos nos suenan estas cosas.
La guerra también vio nacer a personajes míticos en el imaginario popular, como el Barón Rojo y Lawrence de Arabia. Muchos personajes importantes lucharon en ella: desde el propio Hitler a J.R.R. Tolkien, pasando por Churchill, Mussolini, y muchos otros militares que se harán famosos veinte años después en la Segunda Guerra Mundial (Rommel, von Manstein, Rokossovsky, McArthur y tantos y tantos otros)
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