Ante todo disculparme. Hace días que finalizó el plazo de votación de la encuesta y hasta hoy no me he puesto a analizarla. Pero es que entre problemas informáticos y el tratamiento de la actualidad más rabiosa en nuestro pueblo no han dado para más.
Pues bien, el 75% de los encuestados afirma estar de acuerdo con retirar todas las tropas de Afganistán, un tercio de los cuales apostarían con la retirada inmediata del contingente, mientras que los otros dos tercios (la mitad de los encuestados) son partidarios de un repliegue escalonado. El 25% restante no solo defiende la permanencia de las tropas, sino que es partidario de reforzarlo.
La verdad es que para haber votado cuatro, no lo he disfrazado muy mal; el milagro de las estadísticas. Ahora el comentario.
Un hecho innegable es que el PSOE accedió al poder, en parte, gracias al cacareado "No a la Guerra" (¿quién, en su sano juicio, va a estar a favor?). Este grito permitió disfrazar cosas que no eran (cualquier conocedor de lo militar puede explicar la diferencia entre fuerzas de retaguardia y fuerzas de combate) de tal forma que permitieron generar cierto clima de resistencia hacia todo aquello que oliese a conflicto bélico. Y no hay nada que reprochar. En este país, a pesar de las décadas pasadas, la huella de Franco es aún profunda: parte de los odios, y miedos, hacia el ejército y la Iglesia, por ejemplo, nos vienen de ahí.
El problema está en que en Líbano hemos ido a hacer lo mismo y no salen los actores a la calle, ni se convocan multitudinarias manifestaciones contra la guerra. Y no se producen avances decisivos y nuestros soldados también mueren (y lo más fastidioso es que es por falta de medios técnicos adecuados). ¿Y en Afganistán? Pues lo mismo. Pero a la vez no es lo mismo. Me explico.
Al contrario que en otras "aventuras" posteriores, en Afganistán sí que se lucha realmente cara a cara con el terrorismo. Los talibanes dan cobertura logística, protegen y financian células terroristas islamistas por todo el mundo (aún no conocemos la autoría del macroatentado en Bombay). Y por si fuera poco, controlaban un país. De acuerdo que no precisamente uno de los mas ricos, pero el volumen de dinero a mover era muy importante. Y eso se convertía en bombas en otors lugares del planeta.
La guerra ahora mismo se encuentra en tablas: los talibán han sido derrotados y desplazados del poder (ahora hay democracia, aunque con muchos matices), pero los Aliados no consiguen dar el golpe definitivo que los destruya. Y esto es en parte porque se refugian en Pakistán, teórico aliado estadounidense en la región. Ante esta situación se han planteado dos alternativas: o buscar la paz con los talibán, lo que tiraría por la borda todo lo conseguido estos años, o bien reforzar los contingentes de tal forma que permitan cubrir más terreno y causar muchas más bajas entre los guerrilleros afganos.
La primera solución, si es que puede recibir tal nombre, ha sido la planteada como más acertada por la encuesta. Personalmente no creo que sea la mejor salida: los talibán se reestablecerán en el poder y se dedicarán a atacar, con más saña si cabe, a Occidente.
Por contra, la permanencia de las tropas permite que la democracia se consolide en el país asiático, que sus instituciones se vean reforzadas progresivamente (y ojalá que pudieran mantenerse sin apoyarse en las bayonetas extranjeras) y que los radicales islámicos estén más pendientes de recuperar su estátus personal que de matarnos con sus atentados. La solución es imposible a corto plazo, por lo que hay que plantearse las cosas a medio y largo plazo si queremos resolverlas de verdad. Mirad por ejemplo en la antigua Yugoslavia: tenemos tropas allí desde hace muchos, muchos años y nadie se plantea retirarlas. Lo cierto es que su presencia ha ido desembocando en una bajada de la violencia y la aceptación de la democracia. Yo creo que, si seguimos con el ejemplo Balcánico en mente, lo de Afganistán no nos parece tan "malo".
Pero, volviendo al principio, el equipo actual del Gobierno metió tan dentro del imaginario colectivo el "No a la Guerra" que ahora, que le conviene un "Si a la Guerra" (, tiene a la opinión pública en contra. Vamos, que le ha salido el tiro por la culata.
En fin, ya veremos en qué acaba todo esto.
Pues bien, el 75% de los encuestados afirma estar de acuerdo con retirar todas las tropas de Afganistán, un tercio de los cuales apostarían con la retirada inmediata del contingente, mientras que los otros dos tercios (la mitad de los encuestados) son partidarios de un repliegue escalonado. El 25% restante no solo defiende la permanencia de las tropas, sino que es partidario de reforzarlo.
La verdad es que para haber votado cuatro, no lo he disfrazado muy mal; el milagro de las estadísticas. Ahora el comentario.
Un hecho innegable es que el PSOE accedió al poder, en parte, gracias al cacareado "No a la Guerra" (¿quién, en su sano juicio, va a estar a favor?). Este grito permitió disfrazar cosas que no eran (cualquier conocedor de lo militar puede explicar la diferencia entre fuerzas de retaguardia y fuerzas de combate) de tal forma que permitieron generar cierto clima de resistencia hacia todo aquello que oliese a conflicto bélico. Y no hay nada que reprochar. En este país, a pesar de las décadas pasadas, la huella de Franco es aún profunda: parte de los odios, y miedos, hacia el ejército y la Iglesia, por ejemplo, nos vienen de ahí.
El problema está en que en Líbano hemos ido a hacer lo mismo y no salen los actores a la calle, ni se convocan multitudinarias manifestaciones contra la guerra. Y no se producen avances decisivos y nuestros soldados también mueren (y lo más fastidioso es que es por falta de medios técnicos adecuados). ¿Y en Afganistán? Pues lo mismo. Pero a la vez no es lo mismo. Me explico.
Al contrario que en otras "aventuras" posteriores, en Afganistán sí que se lucha realmente cara a cara con el terrorismo. Los talibanes dan cobertura logística, protegen y financian células terroristas islamistas por todo el mundo (aún no conocemos la autoría del macroatentado en Bombay). Y por si fuera poco, controlaban un país. De acuerdo que no precisamente uno de los mas ricos, pero el volumen de dinero a mover era muy importante. Y eso se convertía en bombas en otors lugares del planeta.
La guerra ahora mismo se encuentra en tablas: los talibán han sido derrotados y desplazados del poder (ahora hay democracia, aunque con muchos matices), pero los Aliados no consiguen dar el golpe definitivo que los destruya. Y esto es en parte porque se refugian en Pakistán, teórico aliado estadounidense en la región. Ante esta situación se han planteado dos alternativas: o buscar la paz con los talibán, lo que tiraría por la borda todo lo conseguido estos años, o bien reforzar los contingentes de tal forma que permitan cubrir más terreno y causar muchas más bajas entre los guerrilleros afganos.
La primera solución, si es que puede recibir tal nombre, ha sido la planteada como más acertada por la encuesta. Personalmente no creo que sea la mejor salida: los talibán se reestablecerán en el poder y se dedicarán a atacar, con más saña si cabe, a Occidente.
Por contra, la permanencia de las tropas permite que la democracia se consolide en el país asiático, que sus instituciones se vean reforzadas progresivamente (y ojalá que pudieran mantenerse sin apoyarse en las bayonetas extranjeras) y que los radicales islámicos estén más pendientes de recuperar su estátus personal que de matarnos con sus atentados. La solución es imposible a corto plazo, por lo que hay que plantearse las cosas a medio y largo plazo si queremos resolverlas de verdad. Mirad por ejemplo en la antigua Yugoslavia: tenemos tropas allí desde hace muchos, muchos años y nadie se plantea retirarlas. Lo cierto es que su presencia ha ido desembocando en una bajada de la violencia y la aceptación de la democracia. Yo creo que, si seguimos con el ejemplo Balcánico en mente, lo de Afganistán no nos parece tan "malo".
Pero, volviendo al principio, el equipo actual del Gobierno metió tan dentro del imaginario colectivo el "No a la Guerra" que ahora, que le conviene un "Si a la Guerra" (, tiene a la opinión pública en contra. Vamos, que le ha salido el tiro por la culata.
En fin, ya veremos en qué acaba todo esto.
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