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Mayoría de edad gondoriana

Sí, ya sé que esta entrada llega con algo de retraso, pero bueno, los que me conocen ya saben que con acordarme ya habré tenido bastante.

En 25 estaba establecida la mayoría de edad en Gondor para sus ciudadanos, por lo que, aprovechando que en la "Saga Realidad" cumplo 25, me pareció adecuado regalar un mathom al smial de Cuernavilla con motivo del acontecimiento.

Consiste en los restos figurados de unos diarios escritos por mi álter ego tolkiendili, un gondoriano al que llaman Adanidhren, que son enviados por un escriba del Reino Reunido al gobernador de Cuernavilla décadas después de los hechos de la Guerra del Anillo.

El original es más chulo, pero aquí os transcribo el relato. Espero que os guste. (Por cierto, las separaciones ------ indican un salto de página)


Y

o, Findegil, escriba del rey, y por mandato del Rey del Reino Reunido Elessar, he compilado los originales redactados por uno de nuestros hombres en los tiempos de la Guerra de la Liberación, Thorondir de Gondor, que más adelante será conocido como Adanidhren.

Los documentos pertenecen pues a los escasos extractos conservados de sus diarios. La información es por desgracia, muy fragmentaria, pero su valor reside en que, junto con el Libro Rojo de Periannath (del cual tuve el honor de realizar la copia que permanece en la Biblioteca de la Ciudad Blanca) es la única información de primera mano de los acontecimientos de la Gran Guerra. Además, es una buena muestra de la amistad de nuestros pueblos.

Espero que lo encontréis de vuestro agrado.

Findegil

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Día primero del mes de Nínui del Año 32 del Gobierno del Senescal Denethor II

Finalmente lo conseguí. Tras remover cielo y tierra, tras múltiples esfuerzos y privaciones… ¡llega la recompensa!. Podré acompañar al embajador Belecthor en su viaje al Castillo Dorado de Meduseld. ¡Cuánta dicha!

La emoción es indescriptible. ¿Serán los Señores de los Caballos tan primitivos como dicen algunos en la Ciudad? ¿Amarán a sus caballos como su fueran de su propia familia? ¿Y qué hay de su valor y arrojo en la batalla? ¿Será cierto eso que dicen que viven siempre a lomos de un caballo? Incluso llegué a escuchar a un par de eruditos afirmar sin ambajes que las mujeres de Rohan traen al mundo a sus hijos a lomos de su corcel…

En fin, espero que el viaje me permita conocer la verdad de este pueblo. Lo cierto es que en la Academia, cuando se nos educa en la historia de nuestra nación, muchos son los pueblos ajenos al nuestro que van interviniendo. De algunos no queda más que un rastro legendario mantenido en la tradición de los ancianos (faltará que sean algo más que delirios de viejos seniles) y cuentos como los que me contaban de niño para que me comportara como es debido.

Otros son nuestros enemigos declarados: los hombres de la oscuridad, los siervos del Enemigo. Malditos sean, ¿por qué no luchan contra el influjo de la Tierra Oscura como hacemos nosotros? ¿Por qué no caminan hacia la luz de Númenor? Pero qué necio puedo ser a veces… aunque los maestros del saber digan lo contrario, no es un secreto que hay numenoreanos sirviendo en las huestes del Ojo.

En cuanto a los hombres del crepúsculo, se ha oído de todo. Que les entregamos la tierra en la que viven, que les dimos una cultura, que

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por ese tipo de cosas, y tras un par de meses conviviendo con estas pobres gentes, me voy dando cuenta del afortunado nivel de civilización que disfrutamos en Gondor.

¡No conocen el baño! No debe extrañar entonces el olor a caballo que los impregna. Desde luego que les gustan sus monturas: entre la capacidad de mimetizarse al olfato que muestran y el sumo recelo que tienen al cuidarlas (dan fe un par de malos encontronazos que he tenido con algún “caballero” de la zona)

Porque esa es otra: al título de “Mariscal de la Marca” responde un tipo terco como un asno, que come como un puerco y entiende como un pato. En definitiva, el típico mozo de cuadra malencarado que podrías encontrar en los más bajos niveles de la Ciudad Blanca.

Las calles también son dignas de comentario: con que llueva un poco todo se embarra. Y todo significa TODO: ropas, pertrechos y viviendas. ¿Esta gente no conoce el empedrado de las calles? Lo cierto es que ver el Palacio de Oro con lodos por dentro y por fuera es poco regio. Y con lo que hacen con sus deposiciones mejor no mencionarlo.

Día segundo del mes de Gwirith del Año 32 del Gobierno del Senescal Denethor II

Parece que los sentimientos desdeñosos son correspondidos. A mis espaldas me llaman algo así como “señorito” (hablan una especie de dialecto mal pronunciado que pretenden hacer pasar por oestron). No les debe parecer bien guardar ciertas costumbres higiénicas.

Quién me mandaría a mí perderme en este rincón de bárbaros. En cuanto termine la embajada me vuelvo a Gondor. Parece ser que todos los tópicos que escuché se cumplen a rajatabla. Estoy harto ya de estas

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parecen ser la prueba palpable de que no todo está perdido para el mundo del hombre. Pueden parecer toscos, rudos, maleducados y hasta insolentes. Su vida es corta y sus capacidades y dotes son a todas luces menores que las de nuestra gente. Mantienen costumbres atrasadas, y cosas que a nosotros nos parecen del todo corrientes para ellos son cosa de maravilla. Pero cuando te ganas su confianza… son capaces de asombrarte.

Parece ser que en cuanto superamos nuestras diferencias ambas partes nos fuimos dando cuenta de que no éramos tan distintos. De ellos he aprendido muchas cosas. Si hace medio año me hubieran dicho que las historias que nos cuentan en Gondor de los días antiguos son casi idénticas a las que narran las madres a sus hijos en Rohan no me lo hubiera creído. ¡Hasta las fábulas de los Pheriannath! Bueno, aquí los llaman Holbytla, pero lo que se cuenta de ellos es muy parecido.

También hablan de Eorl el Joven y Helm, relatos heroicos donde los haya. Me parece que hemos estado demasiado pendientes de la historia de nuestros héroes como para poder siquiera valorar los de otros pueblos. ¡Cuán necios son los sabios de la Ciudad Blanca si lo permiten conscientemente!

Bueno, dejando al lado esas reflexiones sombrías, mis inquisiciones entre las gentes del lugar y alrededores y la capacidad de narrar relatos en torno a una hoguera me han ido forjando una fama de erudito y sabio que, la verdad, prefiero a la de remilgado. Narrándoles la historia de Elendil, Isildur y Anárion, de cómo consiguieron salvar a sus gentes de la Caída y establecer un próspero reino en la Tierra Media pude observar las mismas expresiones de asombro, admiración y miedo entre ancianos, adultos y niños…

Y hablando de niños, el otro día descubrí que, con mi edad, un rohirrim ya es un hombre de pleno derecho, con una esposa y uno o dos

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Día vigésimo quinto del mes de Ivanneth del Año 34 del Gobierno del Senescal Denethor II

El Peregrino Gris no es casi nunca bien recibido: ni aquí ni en Minas Tirith. Normalmente sólo trae palabras de desgracia; el problema es que nunca se equivoca. El Senescal, por ejemplo, siempre se anda quejando de sus intromisiones y de que debería irse a molestar a otros; pero lo cierto es que siempre lo recibe, y en algunas ocasiones, una tropa de Gondor ha sido desviada de su destino original y ha logrado una gran victoria para la Ciudad tras una fugaz visita de Mithrandir. Vamos, que el Senescal hace como que reniega de él, pero valora positivamanete sus aportaciones. “Para guardar las apariencias”, dicen algunos. Pues benditas sean si nos permiten combatir con éxito al Enemigo.

Pero lo de Théoden es rayano en lo absurdo. Es evidente que cada vez es más débil ya que, a pesar de que los rohirrim tienen una vida más breve que los numenoreános, sus setenta años parecen un centenar. Apenas puede hablar, moverse o hacer algo por sí mismo… ¿cómo puede gobernar un país un hombre así? Pero eso da igual: es esa maldita víbora de Grima el que maneja la situación. Y se sirve de la testa coronada para hacer su voluntad.

Ya ha alejado al propio Theodred del trono. Otro tanto ha hecho con su sobrino, Éomer. A mí tampoco me deja acudir al palacio ya. Dice que si soy la única ayuda que envía Gondor en tiempo de necesidad, bien podrían romperse las alianzas. ¡Maldito perro! ¡Más bien teme que a mí no me puede tocar por no estar bajo su jurisdicción!

Por si fuera poco, hace unos días, Mithrandir vino a las puertas de la ciudad y se le trató como si fuera un vulgar vagabundo, a él, uno de los

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por lo tanto, el rey ha decidido que debemos marchar a la Fortaleza del Abismo de Helm. Mucho de ella he leído antes y más he conseguido averiguar hablando con otros.

El pueblo está muy confiado en su fortaleza; tal vez demasiado. La Fortaleza jamás ha sido tomada, pero por lo que sé, hace mucho tiempo que no ha sido puesta a prueba, por lo que habremos de asumir que el estado de sus defensas no será todo lo aceptable que debiera si la mitad de lo que dijo Mithrandir es cierto.

Saruman el Blanco, el sabio entre los sabios, es un traidor. Hasta a mí me cuesta escribir esto. Es muy difícil de creer, pero así es.

Al parecer está utilizando a los salvajes montañeses, ancestrales enemigos de los rohirrim, a los orcos y una nueva especie de criaturas que parecen algún tipo de orco mejorado. Según cuentan, actúan con total capacidad a plena luz del día, y son mucho más grandes, listos y fuertes que los normales. Si es cierto todo esto, los Señores de los Caballos tienen mucho que temer.

Este ejército ha sido soltado por el Folde Oeste y se están dedicando a arrasar con todo, incendiando los pastos y las casas de los campesinos.

Afortunadamente, tenemos entre nosotros a unos amigos de Mithrandir, poderosos guerreros. Un enano, un elfo y a un montaraz del Norte. De todos ellos éste último es el que más me preocupa. Si es quien dice ser, Aragorn hijo de Arathorn, posiblemente se trate del Capitán del Norte, de quien se dice que procede del linaje de Elendil, lo que le daría opciones al trono de Gondor.

El pensamiento es perturbador. Los senescales nos han estado gobernando durante siglos a la espera del retorno del Rey. Pero ya han

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todavía me estoy preguntando por qué ando escribiendo aún al cobijo de la lluvia.

El terror me inunda. He de concentrarme para no temblar mientras escribo.Ya vienen hacia acá. Un ejército de miles de orcos, dunlendinos y otras criaturas infectas han marchado sin descanso bajo la enseña de la Mano Blanca para aniquilarnos en esta vetusta fortaleza. Y sus tambores y trompas ya se oyen resonar en el valle.

¿Cuántos somos? ¿Dos mil? He oído decir al elfo que acompaña a Aragorn, de nombre Legolas, que teníamos pocas flechas. Y estoy de acuerdo con él. Tenemos la ventaja de estar tras una muralla, pero la mejor manera de aprovechar esta ventaja táctica es causando numerosas bajas al enemigo antes de que la alcancen. Es lo que dicen todos los tratados militares que he estudiado… ¿de qué sirve tener una muralla si los enemigos pueden demolerla con total tranquilidad a tus pies? El plan de venir aquí no me pareció muy bueno. El Sagrario era mejor opción. Además, aquí estamos más cerca aún de Isengard.

Ya veo sus antorchas a lo lejos. Deben ser muchos miles. Es aterrador. Como un mar de fuego que fuera avanzando y cubriéndolo todo, quemando, calcinando, destruyendo… Además esos gritos… son como una banda de bestias salvajes acechando a una presa que saben que van a aniquilar para devorarla.

Los hombres a mi alrededor están perdiendo la esperanza por momentos. Y no es para menos. Hombres viejos y adolescentes. Ninguno de ellos vale como soldado. Para unos es demasiado pronto; para otros, demasiado tarde.

Por supuesto también hay tropas, y las han entremezclado con las milicias para mantener cierto grado de cohesión. Entre ellos me han contado a mí.

No soy un soldado, y mi interés por la guerra jamás ha pasado por el estudio erudito, pero el haber recibido la formación militar en Gondor (cosa obligatoria para los que deseen alcanzar la ciudadanía) y mi edad me han hecho merecedores de una armadura, un casco y una espada.

Buen regalo de entrada en la edad adulta. Sí, hoy se cumplen los veinticinco años del aniversario de mi nacimiento. Lo que significa que ya soy ciudadano gondoriano de pleno derecho.

Me consuelo pensando en la celebración que se hubiera realizado en Minas Tirith. Normalmente se celebra un banquete rodeado de familiares y amigos, tras el cual se celebra la solemne ceremonia. Por mi posición hubiera recibido el uniforme de la Guardia de la Ciudadela. Un título impresionante pero de carácter meramente administrativo. No se esperaría que luchase en las guerras de la frontera ni nada por el estilo. Las brillantes armas recibidas sólo sirven para lucirlas en las fiestas de gala o en las ceremonias importantes.

Y aquí estoy con una armadura cubierta de herrumbre, una espada algo mellada, un casco abollado y un escudo que tiene varios golpes (incluso le falta algún trozo). Feliz mayoría de edad.

Se están acercando más y más. Ya se les pueden distinguir los rostros. Queda poco para que esas alimañas lleguen y nos maten.

Tenemos que resistir.

Por las mujeres y niños que se refugian en las cavernas tras nosotros.

Por frustrar las pérfidas intenciones de Saruman. El perro traidor.

Y por mi patria. Si no vencemos, caerán desde el oeste sobre su retaguardia y el destino de la Ciudad Blanca estará sellado.

Aquí podremos cambiar el destino.


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